Por supuesto condujo Josele de nuevo. Había que retrasar todo lo posible el más mínimo esfuerzo. A ver si recuperaba. Llegamos donde la Fat Boy y estaba en su sitio. Ok. La cogemos y nos vamos al recinto. Uy, ¿Esto qué es? Josele se agacha y recoje del suelo una bolita de una maneta del freno delantero. Miramos la maneta y le faltaba la bolita. "mecagoensusmuertosyentodasuparentela". Entre las 4:00 y las 12:00 alguien había tirado la moto. Inspección ocular para ver si había más desperfectos. Los había. Tenía el corazón encogido. Por mi culpa habíamos dejado su moto allí y se la habían tirado al suelo. Después de la rápida inspección, los daños parecían leves. Maneta rota, guardabarros delantero arañado y un pelin abollado, pedal de freno doblado, guardabarros trasero, como el delantero, tubos de escape abollados, tapa de intermitente delantero desaparecida. El intermitente funcionaba. Los daños no eran muchos, pero lo de la tapa del intermitente dolió. No estaba rota en el suelo, no. Sencillamente no estaba. No solo le habían tirado la moto sino que encima, el que la tiró o cualquier otro desaprensivo se había llevado la tapa. No es lo que vale la jodida tapa, es el detalle. Salió el señor del butano de la tienda y le preguntamos si había visto algo. Nada. Él había llegado allí a las 9:00 de la mañana y la moto estaba en su sitio. Eso reducía la franja horaria. Entre las 4:00 y las 9:00. Le dimos las gracias, cogío su Combo y se fue a sus tareas.
Arrancamos la moto para ver si tenía algún problema, pero arrancó a la primera y a simple vista no tenía problemas de dirección. Josele pensaba que algún coche la había tirado. Yo más bien pensaba en algún graciosillo que se había subido y la había tirado.
Llegamos al recinto y preguntamos a alguien de la organización por el tema del seguro. No sé si fue a Ricardo o a Jimmy. Nos dirigieron hacia la chica de la barra que había dentro del recinto, pues era la que gestionaba lo del seguro. Le preguntamos por si a través de la Responsabilidad Civil se podía hacer algo y nos dijo que haría todo lo posible. Pero que igual sería conveniente denunciarlo a la Guardia Civil. Quedamos en vernos por la tarde y ya nos diría algo.
Bueno, el mal rollo que se nos había instalado en el cuerpo era guapo. Y mi cuerpo no estaba para muchos más malos rollos. Se hizo la hora de comer y probamos el guisado de toro. Le tenía un miedo yo a mi estómago... Me preguntaba yo si admitiría el guiso. Había que porbar. La verdad es que tenía hambre. Resultó mano de santo. Aunque no sé yo, realmente, que fue lo que me reanimó, si el toro o esto:
¿Y estas de dónde han salido? Estas moteras ayer no estaban que las hubiese visto yo, pardiez. Obsérvese la naturalidad de la chica de la derecha en la primera foto para pedir el toro. No lo intentéis vosotros, que no queda igual de bien. Vosotras sí, por supuesto. La verdad es que la cola andaba animada. Pero qué bien se portaron los moteros. Ni silbidos, ni piropos desenfrenados, ni vivas, ni chascarrillos. Como si fuera lo más natural del mundo.
Pero bueno, a lo que íbamos. El toro guisado estaba muy bien. Para mí algo escaso, pero dado mi estado, mejor no forzar. Pero si hubiese estado en óptimas condiciones hubiése tenido que ir a completar la comida a algún bar, jejeje. Soy de buen comer, ¡qué le vamos a hacer! Vista del platillo de toro:
Uy, perdón. Tonto estoy. Esta no es. Qué estaría yo pensando. Bueno da igual, que no encuentro la del toro. Esta la dejo que queda muy bien. Nos comimos el toro en el lugar destinado a comidas y cenas. Un rincón al abrigo del sol bajo la grada de la plaza de toros. Con unas mesas muy altas para comer de pie. Ejem.
Este ha sido un punto negro de la concentración. Eché de menos una zona con sombra, con muchas mesas y sillas para poder comer, cenar o simplemente tomarte una cerveza. Como lo que me encuentro en las matinales. Esa zona, creo que es imprescindible para las relaciones entre los asistentes, pues coincides con mucha gente en las diferentes comidas o simplemente tomándote una cerveza o un café e intercambias impresiones. Una especie de centro neurálgico. Si no, pasa lo que nos pasaba a nosotros. Llegábamos al recinto y no sabías que hacer. A la barra a por un quinto y ¿qué? Allí de pie. Sin más. Según explicaciones a posteriori de la organización, estaba previsto eso, pero a cargo de los que montaron la barra dentro del recinto. Pero al final no lo montaron. Pues eso, a falta de este tinglado, el cortado nos lo tomamos en el bar de enfrente de la puerta. Este sí que se forró. Estaba el bar petao a todas horas.
Tras el café y sin mucho más que hacer, decidimos retirarnos a la habitación a descansar un poco, Lo necesitábamos y total hasta las 18:00 no empezaban las actividades: recortadores, los compañeros de AV Campos y finalmente la cena. Había poco ambiente en el recinto. El DJ a veces estaba más solo que la una. Pero es que ya digo que faltaba algo que te retuviera en el recinto, a pesar de no haber nada programado. En el recinto solo había una barra, el DJ, una tienda y una carpa de aerografía. Y bueno recogimos las motos para descansar en el hotel. Bueno, ellas también estaban por el recinto.
Recogimos las motos, que por allí andaban como queda registrado en algunas de las fotos que algunos compañeros hicieron:
La Fat Boy accidentada y la Silverado.
Aquí, las dos del medio. La verdad es que salieron más las motos que nosotros, jejeje, alabado sea el señor.
Siesta reparadora y de vuelta al recinto. A hablar con la chica del seguro a ver que nos decía. Había hablado con los de la organización para ver si lo podían meter por algún sitio, diciendo que había sido dentro del recinto, con alguna valla que había tirado la moto. Pero la organización no estaba muy por la labor. Los entiendo, porque realmente fue fuera del recinto. Además, tenían que pagar 200€ de franquicia. Nos quedaba el recurso de la Guardia Civil. Con un poco de suerte, las cámaras de las oficinas de Caja Duero, enfrente de donde estaba la moto habían grabado al culpable. Fuimos al cuartel de la Guardia Civil y denunciamos. Dimos todos los datos y sugerimos lo de las cámaras. nos dijeron que no nos preocupáramos que ellos se ocupaban y si tenían que mirar las cámaras ya se vería. Nos fuimos con la sensación de que nadie iba a mover un dedo, pero bueno. Solo un detalle. A ojo, Josele calculó los daños y los valoró en 1300€. Y pensaréis "¡Qué barbaridad, para una maneta y 3 rasguños". Explicación. La dichosa Fat Boy se la compró directamente en EEUU y se trata de la edición especial del 15 aniversario. Las piezas las tienen que traer de EEUU, sobre todo, la pintura y las pegatinas especiales. Claro que la puedes llevar a cualquier taller Harley y te hacen un apaño. Pero uno no se va a EEUU a comprarse una Harley Fat Boy del 15 aniversario para parchearla de mala manera. ¿Qué queréis? Mundo Harley. En fin, veremos en qué queda el asunto.
Tras la denuncia, volvimos al recinto y aún pudimos ver parte de la exhibición de recortadores. Entretenida, y al menos estábamos sentaditos, que el cuerpo aún estaba más "pallá" que "pacá". Había muchas fotos en los reportajes de los compañeros, pero yo no salía en ninguna, hasta que en Almansa, Cerezo me dijo que él sí me saco. La prueba:
Tras la exhibición de ganado vacuno, volvimos al recinto y estuvimos viendo la tienda de camisetas. Nos llevamos tropecientas entre los dos. Y una bandana, para ver si no se mueve tanto el jet. Un acierto, ahora con la bandana de tela se queda más sujeto y no parece que vaya a salir volando hacia atrás. También buscaba yo una máscara para el morro. Veréis, últimamente, cuando hacía alguna rutilla más o menos larga acababa con un picor de nariz impresionante. No sabía de qué. Creía yo que sería algún tipo de alergia, al polen o vete tú a saber qué. Pero últimamente me dio por pensar que era el aire. A ver si con la máscara esa lo solucionaba. Solo había 3 modelos a cual de ellos más feo. Pero como eran baratillos, me quedé el menos feo. No me veo yo con la calavera esa. Me ve mi hija así y no duerme en 3 semanas. Así es que me pongo en el pellejo de cualquier niño que me cruce y el pasmo que le puedo dar no lo quiero yo sobre mi conciencia. Chicos, el tema solucionado. Resultó ser el aire, que penetra en la nariz moviendo los pelillos y haciéndome cosquillas. Con la máscara solucionado el problema. Lo malo es que me venía pequeña y en el viaje de vuelta tenía que ir cada dos por tres quitándomela y poniéndomela, porque me apretaba la nariz. Joder hijo que delicadito es mi niño, jejeje. Ahora ya lo he solucionado con una braga de esas de esquiador que te tapa cuello y cabeza entera si quieres. Muy útil, la verdad.
En resumen, que nos dejamos los durillos en la paraeta de las camisetas. Me llevé tres para mí y dos para mis ninios. El tanga de Jack Daniels para la señora no pudo ser, no le quedaban y tampoco era plan de llevarme el que estaba expuesto.
Tras un rato viendo las evoluciones de unos jovenzuelos haciendo diabluras con scooters y motos de cross de baja cilindrada (para un ratillo vale, pero cansaban un poquillo), tomamos la decisión del fin de semana. Ya antes de venir, me comentó Josele que no podíamos estar en Ávila sin engullir un chuletón. Era la noche perfecta. Se acercaba la hora de la cena. Y mi cuerpo no hacía cabriolas precisamente pensando en un bocata de chorizo con panceta. Necesitaba algo con más solera. Algo a lo que no le pudiera decir que no. Fue arriesgado, pero la verdad es que apetecía. Preguntamos a los organizadores por algún sitio donde ragalarnos con semejante vianda y Ricardo, muy amablemente nos indicó un lugar: El Tostón de Oro. Absolutamente recomendable. Trato magnífico, ambiente tranquilo. Había pocos parroquianos y las viandas, juzquen ustedes mismos:
Y así en solitario, no puede apreciarse en su justa medida la sobriedad del animalillo. Véase en el conjunto que forma con Josele. Yo diría que sobrepasaba el medio kilo con creces.
Regado, cómo no, con un buen rioja. Oyes. Pues parece que el cuerpo despierta. La botellita de vino cayó sin problemas. Entraba de vicio, acompañando tremendo cacho de carne. Una buena ensaladita en el centro para suavizar y nos sentimos como reyes. Café, copa y reposo del guerrero. Qué sudores nos entraron, pero acabamos con los bichos. Tras el disgusto de la Fat Boy bien valía la pena el homenaje.
Inciso: Hacia finales de septiembre, fuimos la familia de compras por cualquier centro comercial y decidimos comer en un Foster Hollywood de esos. La verdad es que las costillas a la barbacoa me encantan. Pero aquel día decidí cambiar y me pedí un filete de res triturado y recompuesto en forma de hamburguesa mal hecha. Cuando me lo pusieron delante, me entró la risa al recordar el Tostón de Oro. Estuve tentado de llamar al encargado para cagarme en el Tío Sam y en toda su progenie.
Y encima sabía a rayos. A petróleo. Total que se quedó en el plato, mientras una lagrimilla se escapaba mejilla abajo al recordar el Tostón de Oro. (La camiseta es de la paraeta de Arévalo, jejeje).
Volviendo a Arévalo, tras el inciso. Al salir del restaurante nos encontramos con la segunda sorpresa del fin de semana. Yo pensaba que la relación vecinos-moteros iba a ser algo tirante. Que 300 moteros te invadan la población con el trajín de motos arriba y motos abajo sin parar, ruido, pintas que asustan a viejas y niños (Si es que hay algunos que damos un susto al miedo) no debe ser muy agradable. Pues no, todo lo contrario. La sensación que te queda es que el pueblo disfruta con este acontecimiento. Tampoco es que se armen broncas, ni se rompan escaparates, ni se persigan a jovencitas del lugar. Simplemente disfrutamos. Y así lo entiende esta gente a la que hay que darle un aplauso. Pero vayamos a la anécdota.
Salíamos del restaurante satisfechos, dispuestos a asistir a la rulada nocturna. Nos habíamos perdido la de la mañana, pero no podíamos perdernos la de la noche. Nos estábamos colocando los bártulos para coger las motos cuando vemos tres señoras mayores ya, sentaditas en sus sillas, en la terracita del hotel mirando hacia la calle. Una de ellas nos llama y nos suelta así de sopetón: "¿Cuándo os vais?" Esbocé una sonrisa y recordé lo que pensaba. Claro. Hasta el gorro están las pobres señoras de los moteros y sus ruidos. "Mañana, señora. No se preocupen que mañana nos vamos y nos pierden de vista". Inocente de mí. Me replica la señora: "No, no, hijo, que cuando salís a hacer la ruta." Josele y yo nos miramos sorprendidos y nos entró la risa. Sería el vino. Las buenas señoras estaban allí sentaditas, esperando pacientemente a que pasaran los moteros. Como si de la procesión de San Victorino Mártir se tratara (es el patrón de Arévalo. Me he documentado ehhhhh). Alucinante. Una prueba más de cómo se portó el pueblo en general con nosotros. (Bueno, todos menos uno, el mamón que tiró la Fat Boy).
Reparados en cuerpo y alma volvimos al recinto donde ya se concentraban todos para la salida nocturna. Nos repartieron unas bengalas de esas fosforescentes. Yo no me la pude poner en ningún sitio, así es que fueron al bolsillo. Fue una ruta tranquila hasta el castillo de Arévalo, donde se guardó un minuto de silencio por los compañeros caídos. Durante el trayecto, la gente no paraba de saludar y aplaudir. Alucinante, de verdad el cariño del pueblo.
La tercera anécdota de lo bien que se portó la población la tuvimos nada más llegar al castillo. Una señora se desgañitaba: "Viva la madre que os parió. Tíos buenos." Yo miraba alrededor para ver a quién se refería. "Y ellas, valientes, que sois unas valientes." "Vivan los moteros". Nos puso coloraos, tú. Acabó cantándonos unas coplas españolas. La mujer estaba entusiasmada.
Tocaba volver al barrio húmedo donde estaban programados los conciertos de la noche y más fiesta por los pubs que tan agradables recuerdos me traían de la noche anterior. Que si camisetas mojadas por aquí, que si streptease por allá, lucha de barro más allá... En cuanto a los grupos, flojillos, pero entretenidos. INTENZE más serios y a su estilo. Y A MAMARLA, pues el nombre ya lo dice todo. Unos cachondos. La puesta en escena algo cutre, a propósito, pero con muy buen rollo. Se metieron en el bolsillo a los asistentes. Y el nombre del grupo acabó quedándose como el grito de guerra de la concentración. Así lo pudimos ver en varias ocasiones en algunos posts del foro tras el regreso. Algunos no lo entendieron. Claro, no estuvieron allí. Entre grupo y grupo Chercross subió al escenario con algunos compañeros a bailar la Tetera. Y finalmente nos hicimo sla foto de Espíritu Custom.
¿Dónde está Artus? A mí me costó encontrarme, conque tú, especialmente si no me conoces, lo vas a llevar crudo, jejeje.
En cuanto a las actividades lúdico-culturales programadas por los pubs, ni rastro. Y eso que Josele y yo las buscamos eh. Pero no hubo manera. Íbamos de pub en pub, a ratos por la plaza. Otra vez a los pubs y ni rastro oyes. Tras el reconstituyente chuletón y la botella de vino entró de nuevo el alcohol en mi cuerpo. En menos dosis y variando la sustancia. Esta noche tocaban gintonics cortitos. Ni me gusta la tónica ni la ginebra, pero ¡qué buenos etán los jodios gintonics! Josele siguió con sus whiskies con hielo a 3€. Solo en el Desván el dj se empeñaba una y otra vez en recordar el inminente streptease masculino y femenino. La primera vez que lo oímos era la 1:00. Y a las 3:30, cansados ya de tanto oírlo y no verlo, abandonamos el barrio húmedo en dirección al hotel. esta vez los dos serenos y con ambas motos.
Y con esto dimos fin a una nueva jornada en Arévalo. Pero antes de despedirme os contaré la última anécdota de la noche. La más surrealista.
Estando yo en los aseos del Desván, pues todo lo que entra debe salir, se me coloca un personaje en el urinario de al lado. Tampoco presto mucha atención. Somos moteros, machotes, no sea que una mirada casual vaya a echar por tierra nuestra reputación. Pero de pronto la persona que tengo al lado me habla.. Con el ruido de la música no me entero de lo que me dice. "¿Perdona?" y lo miro de reojo. No sé lo que me dijo, pero algo relacionado con las motos, pues me dijo sorprendido: "¿Eres motero, no?" y yo "Sí, sí, claro". No salía de mi asombro. Había algo extraño. La situación no cuadraba. Lo que había a mi lado era una chica. Bueno no, era un chico vestido de lagarterana o de no sé qué. Pero llevaba faldas. "¿Lo estáis pasando bien?" Y yo, claro, claro. "Joder tío, no sabéis el ambientazo que le dais al pueblo. Muchas gracias por venir". Y yo sin saber donde meterme. "Hummm, sí, gracias a vosotros que nos tratáis tan bien..." No era plan de darse las manos, pues la situación era un tanto delicada, y estar estas ocupadas en otros menesteres. Pero nos despedimos amigablemente. Y la lagarterana desapareció perdiéndose entre el gentío. Digo yo que sería de una despedida de soltero o algo así.
Y ahora sí, hasta mañana en la última jornada del viaje.
A mi también me engañaron con lo del "striptease" y la "lucha de barro"... o tal vez sería que solo podías encontrarlos si no habías bebido :P
ResponderEliminarPD: Guapas las fotos ;)
Por cierto Artus... ¿puedes cambiar mi blog que sale en tu lista a la nueva direccion? es kondormotero.blogspot.com
ResponderEliminarGracias.
Las fotos son solo mias las de los chuletones. El resto son vuestras. Una de las dos de las motos es tuya. En cuanto a la dirección de tu Blog, ya he intentado cambiarlo. Me aparece en Blogs seguidos por mi en el escritorio principal. Pero cuando intento añadirlo a mi lista de blogs, para mostrarlo, no me aparece. Si no lo hare a mano.
ResponderEliminarGracias por la crónica Artus! anduve por esos mismos lares hace un par de años y me lleve un buen recuerdo de la concentra, y de la historía de Arévalo, es por ello que no descarto repetir, lo que no se es cuando...
ResponderEliminarUn abrazo.
Lo lei, Freebird, lo lei. En cuanto a repetir en Arévalo, supongo que te referiras a visitar el pueblo. La concnetracion, mucho tendran que cambiar las cosas para que se repita, me temo.
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