4 días después del regreso del viaje del aniversario se presentaba la oportunidad de na salidita rápida para almorzar. El día 29 de julio de 2012 había una matinal en Llíria. No me llamaba en absoluto el tema de la matinal pues hace tiempo ya que las evito en la medida de lo posible. Pero me llamaban la atención dos circunstancias, la ruta para llegar a Lliria desde Montán vía Alcublas y el reciente inciendio que se había producido en la zona a principios de mes. Incendio devastador, como pudimos comprobar.
La idea era ir solo, pero al final se unió Josele con su Fat Boy. La ruta de ida fue espeluznante. Nada más empezar a subir desde Altura comenzamos a notar el olor a quemado, que no nos abandonó hasta nuestro regreso a Montán. Todo quemado a nuestro alrededor, paisaje desolador. Ya había hecho esta ruta el año anterior y varias veces en ambos sentidos. Esta vez la ruta fue triste. Íbamos muy lentos. Observando lo que el año pasado no era más que un paisaje alucinante de la Calderona. Esta misma foto la podéis encontrar en el blog con un fondo muy distinto. A la vuelta procuré buscar el mismo sitio para poder comparar.
En fin que llegamos a Lliria con el ánimo por los suelos y el olor a quemado pegado en la nariz. No nos gustó el ambiente de la matinal y apenas nos quedamos 5 minutos. Buscamos un sitio para pegar un bocado y volvimos a casa por donde habíamos venido. Ahora sí, buscamos el sitio para hacer las fotos. Las peores fotos que puedo mostrar aquí, yo, que siempre ando buscando estas carreteras perdidas de montaña rodeadas de pinos (Calderona, Espadán, Gúdar-Javalambre)
Y menos mal que aparecen las motos. Sin ellas, el paisaje es aún más triste...
Tiempo después he ido leyendo cosas sobre el infierno de Alcublas y alrededores y los vecinos ven cosas no muy claras a propósito del protocolo de intervención de las brigadas de extinción, en las que no voy a entrar, pero si comentaré un aspecto que me inquieta y me indigna al mismo tiempo. Hay una zona entre Altura y Alcublas que quedó completamente intacta, donde no se acercó el fuego. Se trata del Santuario de la Cueva Santa. ¡Milagro! Bueno... Al comentar esto a nuestro regreso a Montán alrededor de una mesa y tomándonos unos quintos, alguien sonrió. Dicen las malas lenguas que hubo un helicóptero protegiendo el Santuario... ¿Algún obispo piloto?
Bah, seguro que tuvo que ser un milagro...