Quedaba menos de una semana para el viaje del aniversario. Este viaje es especial para mí, pues es el aniversario de mi boda con la que es la mujer de mi vida y madre de mis hijos. En el 2004, nuestro 10º aniversario decidí hacer algo especial y como buen amante de los castillos decidí que a partir de entonces cada 23 de julio dormiríamos en un castillo, o sea en un parador. Desde el 2004 hemos pasado por Alarcón, Cardona, Tortosa, Almagro (convento), Sigüenza y Olite, así es que este año tocaba Alcañiz. Mi idea era hacer el viaje con la moto. Pero había dos problemas. Mi poca experiencia y que la mujer aun no había subido nada más que para trayectos breves. Muy breves. No pillaba lejos. Unos 236 kms desde Montán, nuestro punto de partida, pero tenía dudas. No veía muy convencida a la señora. Sobre todo, por la ropa. "Yo en esas alforjas no meto la ropa para el fin de semana", jejeje, como son... Con deciros que el Gran C4 Picasso se le queda pequeño... Por eso andaba mirando el cofre trasero, pero no estaba dispuesto a gastar 300€ que veía que costaba si al final no íbamos en la moto. Total yo no lo iba a usar, o muy poquitas veces, con las dos alforjas me sobra.. Al final accedió, pues sabía la ilusión que me hacía, y deprisa y corriendo a buscar cofre. Conseguí uno bastante más barato que los que veía por internet y de piel bastante dura y resistente en Almenara, en DinamitaBike, que me pilla muy cerca de casa. Ya teníamos el cofre, ahora tocaba ingeniármelas para sujetarlo. Después de dar muchas vueltas por zapateros, mercerías y tiendas de recambios, encontré algo provisional. Dos cinchas finas y negras. Se mueve un poco, pero caerse no se cae.
El jueves 22 de julio cogemos a los niños y nos subimos al pueblo. El plan es comer y salir como a las 15:00 hacia Alcañiz. Como siempre mi mujer no sabe dónde va. La mayor sorpresa se la llevó el primer año, pues ahora no sabe el destino, pero sí que vamos a un parador. Total que como siempre salimos tarde, pasadas las 16:00.
Había dos posibles itinerarios, bien coger la A-23 en Jérica hasta Teruel y de allí, por la N420 a Alcañiz. La otra opción era más arriesgada, por el interior, atravesando Gúdar-Javalambre. Más sugerente la segunda, pero tenía dos problemas, que se nos había hecho tarde y podíamos llegar a Alcañiz a las tantas y segundo, que no conocía el estado de las carreteras. No quería arriesgar nada. Al final me decanté por la primera opción. La más rápida y segura.
El viaje de ida poco tiene que contar. Mucha autovía y nacional y salvo el tramo final con alguna curvita, pocas emociones tuvimos. Solo un par de pequeños contratiempos. A la altura de Sarrión empezó a llover. No llevábamos equipo de lluvia, éramos novatos. Decidí parar en la gasolinera, donde la ITV. No llevábamos ni media hora en la moto y ya nos surgía el primer contratiempo. Yo que quería que todo saliera bien y a las primeras de cambio, chasco. Miraba de reojo a mi mujer por si estaba cabreada por "joderle" el aniversario, pero no, no le dio la menor importancia. (Si es que no la merezco). La verdad es que le estaba gustando la sensación de ir en moto. Parecía solo una nube, grande, pero una nube y al parecer llevaba la dirección contraria a la nuestra con lo que en cuanto cayó el chaparrón fuerte decidimos continuar, pues hacia Teruel se veía la luz. Chispeaba un poco, pero muy pronto desapareció la lluvia y lució un sol espléndido, a veces tapado por otras nubes de paso . Menos mal. El segundo contratiempo fue el frío. Sí, sí, el 22 de julio y el frío. Yo no pasé nada de frío, pues llevaba mi chupa de invierno (no tenía otra). Pero mi mujer llevaba una chaqueta fina de piel, de las de vestir, normal y corriente. Y manga corta debajo. En Valdeconejos, a 1400 m. cuando alguna nube ocultaba el sol se notaba el fresco. Yo lo notaba en las piernas, pero sin llegar a molestar, pero ella acabó temblando encima de la moto. Tanto es así que cuando vimos una zona donde pegaba el sol, paramos a ver si entraba en calor. Pagamos la novatada. Conclusión, lo primero que haríamos al llegar a Alcañiz sería buscar una tienda para que se comprara algo de manga larga para la vuelta. No fue fácil, en pleno mes de julio encontrar algo de manga larga de su agrado, jejeje. "Es que esto no me pega con los pantalones..." "Copón, que lo vas a llevar debajo de la chaqueta, cuando llegues a casa lo tiras..." Pues si no visitamos 4 ó 5 tiendas no visitamos ninguna.
Sin más novedad, llegamos al Parador de Alcañiz, alrededor de las 19:30. Entre la parada de la lluvia y la del calorcito nos habíamos retrasado 1 hora. Pero bueno, tampoco teníamos prisa.
Aparcamos en la puerta entre las latas. Estaba al lado del mini rojo, pero apenas se vislumbra el manillar. ¡Qué bien quedaba la Pequeña Estrella Blanca delante del castillo! ¡Pero qué fuera de lugar, jajaja!
Descargamos el cofre y los dos moteros encueraos llegaron a recepción. Los pocos clientes que había por la zona, muy pocos para las fechas que estamos, (cómo se nota la crisis), nos miraban curiosos y en recepción también. Me identifiqué y nos dieron la habitación. Había que cambiarse de ropa para dar una vuelta por Alcañiz y comprar la camiseta de manga larga.
En la habitación correremos un tupido velo...
Tras la ducha reparadora y cambiados de ropa, ya parecíamos personas dignas del lugar. Pasamos por recepción para ver si me podían solucionar un pequeño contratiempo en forma de ampollas en los talones del tamaño de las antiguas monedas de 10 duros. Otra novatada. Botas nuevas, que junto a mi delicada epidermis... Hicimos un apaño con betadine, gasas y esparadrapo y a pasear por la villa. Ya había que comprar la camiseta y las tiritas esas especiales para las rozaduras. Mano de santo oyes. El problema es que con las botas se despegan. Pero como hasta el día siguiente no me las pondría hicieron su papel.
Volvimos a la hora de la cena, pues procuramos siempre cenar en el parador. Un ambiente tranquilo, excelente servicio y muy buena cocina. No tengo queja de ninguno de los paradores que hemos visitado. El trato siempre es excelente en todos los sentidos, pero claro, ya lo pagas, ya. Aunque encuentras ofertas muy buenas, siempre que no pilles fines de semana.
Tras la cena, una copichuela.
Habíamos pensado en bajar a la villa de nuevo, pero hacía bastante fresco (como cambia la temperatura con respecto a la costa). Estamos preparados nosotros para ir a Pingüinos, juas. Como no inventen delfines o sardinas al ladito de la playa, me temo yo que no la engaño a la señora. Aunque a decir verdad, esas aventuras invernales no me llaman lo más mínimo. En fin que hicimos algunas fotos, pero de noche el móvil no saca buenas instantáneas, así es que hicimos más por la mañana. Otro fallo imperdonable. Me dejé la cámara encima del piano... Ante el frescor de la noche, lo más sensato era el calorcito de la habitación, con el aire acondicionado apagado, por supuesto.
Y en este momento es cuando corremos otro espeso y tupido velo.
Nos levantamos sobre las 10:00 o por ahí, descorrimos el velo y bajamos a desayunar. Los desayunos en los paradores, son simplemente espectaculares. Tipo buffet libre. Mi mujer desayuna razonablemente, yo por el contrario, desayuno por los dos. Así estoy. Pero es que no puedo evitarlo. Normalmente no desayuno nunca y tomo un cortado a la hora de haberme levantado, pero cuando veo tanta comida y tan apetitosa toda, me pierdo. Tengo que probarlo todo, que mi mujer se escondería bajo la mesa si pudiera. Además, quién sabe cuándo vamos a parar para comer. Hice muy bien, porque comimos a las 17:00h.
Recogimos trastos, el baúl y aunque intenté ponerme las botas era imposible. Las tiritas son mano de santo, pero no la purga de San Benito. Intentar ponerme las botas era un suplicio así es que decidí volver con las sandalias de piel con calcetines, en plan guiri. Temía pasar frío, pero la vuelta fue mucho más agradable.
Dejamos el baúl en recepción y vimos el castillo por dentro, pues había alguna zona con frescos bastante bien conservados. Hicimos las fotos de rigor que habían salido fatal por la noche.
La verdad es que esta me quedó presiosa. no puedo ver un arco sin fotografiarlos y si además tiene un fondo como este, no te digo nada. Pedazo de torre del Homenaje. Es la parte visitable y con los frescos.
Esta es desde una perspectiva similar a la anterior pero sin bulto sospechoso que estorbe.
La entrada, o salida según se mire, o según si llegas o te vas. Se nota que es tarde, que ya desvarío.
Tomamos algo fresco en la cafetería y decidimos partir.
Hice un nuevo intento de ponerme las botas y aunque dolía conseguí ponérmelas. No me fiaba de las sandalias y total no iba a andar.
Eso sí la vuelta, sin prisas, volveríamos entre montañas y fue todo un acierto. El viaje de vuelta fue espectacular y gracias a él mi mujer disfrutó de la moto.
Salimos a las 13:00 en dirección a Montán con la idea de parar a comer en Puertomingalvo, que queda a una hora del destino. Yo calculaba unas dos horas, pero como ya va siendo habitual en mí, me volví a equivocar y de largo. Tardamos 4. 3 y 3 cuartos para ser exactos.
Volvimos por donde habíamos venido hasta Calanda y allí nos desviamos hacia Mas de las Matas, Castellote, Bordón, Olocau del Rey, Mirambel, Cantavieja, Mosqueruela y Puertomingalvo. Carreteras estrechas, sinuosas, con alguna que otra recta espectacular.
Un constante sube y baja a muy poca velocidad. Disfrutando de la carretera, sin frío, sin tráfico. En todo el camino creo que me crucé con dos coches. Solo hubo un pero, el mal estado de la carretera en un par de tramos, Antes de Mirambel y después. En esos tramos no podíamos pasar de 40-50, muchos baches y gravilla suelta. Las trail disfrutarán por esa ruta de lo lindo. La lástima fue la cámara. Pudimos hacer algo con el móvil, pero poca cosa. Prometo volver por allí y hacer un reportaje como se merece. Pero aun con el móvil, esta no tiene precio. Mis dos chicas.
Es una pena que las fotos no tengan sonido, sino, podrías apreciar el puro canto de la naturaleza, el viento meciendo las ramas de los pinos, el trino de los gorriones, el ensordecedor canto de las cigarras y como no, el ruido del motor de la Pequeña Estrella Blanca solo apagado por las voces de la damisela: "¡Pedazo de desgraciao, que esto esta cuesta abajo y la moto en marchaaaaa... Que me voy a caerrrrrrrr! ¡Que te dejes de fotos y cojas la puñetera motoooooo! ¡Y como se le ocurra a esa vaca saltar la vaya te vas a acordar de mí, capulloooooooooo!
Teniendo en cuenta que la ida la hicimos con una media de 110 mínimo y la vuelta no llegaría a 70, el resultado no podía ser otro. Llegábamos a Puertomingalvo a las 16:45. A la hora de merendar. Ya conocíamos el restaurante, pues las escapadas desde Montán han sido varias e íbamos sobre seguro. Allí se como bien, pero bien, bien. Vale la pena montar una salida desde Valencia o Castellón para subir bien por Segorbe o mejor aún por Onda, solo para comer en ese restaurante. Lo malo era que se había hecho tarde y no podríamos comer. Pero bueno jamón y pan tendrían, seguro. Aparcamos en una placita que hay cerca y entramos al restaurante. Por cierto, bajar de la moto y ver las estrellas por las rozaduras de las botas fue todo uno. El trayecto, aunque corto se me hizo eterno y un verdadero suplicio por las llagas de los talones.
- "Jefe, tenemos hambre".
- "Pues nada hombre, eso tiene solución. Se arregla comiendo. Subir parriba".
- "Ah pero ¿podemos comer?".
- "Sí, sí. Sin problemas. Subir que os atienden enseguida."
Spain is diferent. A las 17:00h y nos dieron de comer como si nada. Sin malas caras, sin prisas, sin protestas. Al revés, nos trataron de lujo.
Una vez llenado el buche, reemprendimos la marcha hacia Montán. Pasamos por Villahermosa, San Vicente de Piedrahita y Montanejos. Esta parte de la ruta es especialmente bonita. Sobre todo nada más salir de Villahermosa.
Llegábamos a destino sobre las 20:00 donde nos esperaban los ninios y un relajante y tranquilo fin de semana.
Hasta aquí, el mejor viaje en la moto desde el día que salió del concesionario hasta el día de hoy que estoy escribiendo la crónica.
Cuanto me alegra que tu mujer disfrutase del viaje, pese a los tiritones del principio..., oye Artus ¿y que pasó detrás del velo...?, je, je, je.
ResponderEliminarY te entiendo perfectamente cuando comentas el silencio que os envolvió al parar en medio de esas carreteras vecinales rodeadas de pinos y pastos..., yo lo he vivido muchas veces, con Run-run aún no, pero si con la Flaca o con la Bicipalo..., también son momentos inolvidables.
Parece que la pequeña Estrella Blanca está empezando a vivir realmente ahora, contigo a sus mandos.
Vssssssss.