lunes, 24 de octubre de 2011

Peracense hasta las cocinas

Allá por el mes de mayo hicimos una escapada para ver el castillo de Peracense, pero quedó incompleta, pues llegamos a las puertas a falta de un cuarto de hora del cierre. No quisimos verlo con prisas y dejamos la visita a su interior para más adelante. Y ese adelante llegó este mes de agosto.

El día 23 de agosto montamos la excursión con familia y amigos. Un coche lleno de niños y dos motos con dos parejas. El coche salió vía Caudiel a la A-23, menos curvas y mejor ruta para los niños. Las dos motos hicimos una ruta alternativa. Subimos a Rubielos de Mora por Montanejos y Olba, para salir a la A-23. Tenía previsto seguir subiendo por interior hasta Teruel, pero nos hubiese retrasado demasiado y los del coche con los niños hubiesen tenido que esperar demasiado nuestra llegada.

Llegamos como a las 11:00h. La pequeña población se encontraba en fiestas. Gestionamos la comida en el único restaurante, aunque por ser fiesta estaba cerrado. A pesar de eso, se comprometieron a darnos de comer, así es que muy agradecidos. Tomamos un cortadito  y subimos al castillo a realizar la tan ansiada visita a su interior.

En sus puertas, mucha más animación que en mayo, pero quedaba sitio para las dos máquinas


Descendemos por el caminito y nos dirigimos a la entrada principal. Pasada la primera puerta que ya conocemos, pagamos (no recuerdo cuánto, pero fue poco) y accedimos al primero de los tres recintos. El castillo dispone de tres recintos concéntricos, de tal manera que el acceso al siguiente protege el acceso al anterior.
El más amplio, por supuesto es el recinto exterior. Aquí podemos ver las caballerizas


La muralla sur


La norte


El castillo se asienta sobre la montaña y se aprovecha cualquier roca para integrarla en las murallas


Desde las caballerizas vemos el acceso al segundo recinto


Un poco de zoom


Detalle de la puerta de este segundo acceso


Ya dentro del segundo recinto vemos una de las torres atalaya.


Mucho más irregular y escarpado que el primero


Otra atalaya al fondo


Detalle de la torre


En el segundo recinto vemos como también allí había unas caballerizas. Desde aquí vemos las dos


Desde este segundo recinto podemos ya ver la Torre del Homenaje


En realidad, falsa torre del homenaje, como se puede apreciar en la siguiente imagen


La fachada no es mas que un muro muy ancho que esconde detrás la verdadera Torre del homenaje, que presenta este magnífico aspecto asentada en la roca


Visto de costado


Descendemos por el lateral


Y llegamos a uno de los acesos al segundo recinto por el lado este. De bastante difícil acceso.


Que desemboca en una pequeña puerta en el muro


Esta puerta


Volvemos arriba, pues tenemos ganas de ver la verdadera torre del homenaje, pero antes vemos el aljibe


Por fin, atravesamos la falsa Torre del Homenaje por una empinada escalera


y desde su terraza 


vemos ya sí el acceso a la verdadera torre


Una vez más, vemos como se aprovecha la montaña natural. La parte baja de la puerta es roca pura


Desde aquí vemos la puerta de acceso al segundo recinto. Por tanto desde aquí se protegía perfectamente ese acceso


La puerta de la verdadera Torre del Homenaje vista desde dentro.


Y llegamos a las estancias personales de los regentes del castillo. En un pequeño recinto encontramos las puertas de las cocinas y las despensas


Las cocinas



Lo que no pude encontrar fue la toma para enchufar la vitro...

Un pozo natural


Y lo que al parecer era la mazmorra


Y el acceso a las habitaciones personales de los señores del castillo. Esta puerta da acceso a una estancia alargada y abovedada



A mano izquierda, antes de llegar a la puerta del fondo, se encuentra el acceso a la pequeña habitación o dormitorio, donde todavía se conserva la pequeña chimenea.


Volvemos a la sala abovedada a ver a dónde lleva esa puerta


A una pequeña terraza interior, con piscina excavada directamente en la roca


Subimos a la terraza superior y vemos esta pequeña estancia.


Y en la terraza superior encontramos un nuevo pozo 


Y bueno, las vistas que se pueden ver desde distintos puntos del castillo son muy variadas

La pequeña población de Peracense



Las caprichosas formas que adquieren las rocas que rodean el castillo




En fin, un lujazo de castillo, restaurado con mucho mimo. Pero había que volver al pueblo para comer. Despedida del castillo


Pero no volvería solo. Esta vez se subía a la moto Adrián, quitándole el sitio a su madre... Es que en el coche se marea, dice, jejeje.





Llegada a Peracense, comida, mejorable, sin duda, pero aunque tenían la excusa de que la cocinera estaba enferma y que estaban en fiestas, no se notó en el precio, aunque sí en la calidad...


Tras reposar la comida con los cafés de rigor, había que ir pensando en volver a Montán. Esta vez sí volveríamos por donde a mí me gusta, curveando. Por una ruta que no hacía mucho acababa de hacer y me apetecía repetir. 

Regreso por la vía de servicio hasta Teruel, para enlazar allí con la A226 en dirección a Cedrillas, Alcalá de la Selva, Mora de Rubielos y Rubielos de Mora. Adrián disfrutó como un enano, al igual que Vicente y Silvia.

En Rubielos decidimos parar en Casa Mata a comprar la cena para todos: Embutidos de la sierra de Gúdar y fiambres varios. Es una especie de mercadona, pero la mitad del local está dedicado a los salchichones, chorizos, jamones y cecinas... Mi perdición, vamos. Y ahora aún se puede entrar. Recuerdo yo cuando esta tienda era más pequeña y estaban todos los embutidos allí amontonados. No se podía aguantar con los aromas. Te daban ganas de liarte a bocados con todos los salchichones y jamones. Ahora como todo está envasado al vacío se ha perdido esa esencia. En cualquier caso, si no te entra por la nariz, te entra por los ojos.

Llegamos a Montán sin más novedades después de disfrutar de una estupenda jornada.

Un saludo y hasta pronto, aunque estoy un poco perro últimamente...